AVE MARÍA PURÍSIMA

El impecable traje de los domingos,
laringosoga monocromática
debidamente ajustada,
sólo un hilo de aire,
el necesario para la genuflexión
ante el sumo pontífice,
meapilítica acción
grabada en la cruz agónica.

Pero el verbo se hizo carne,
el fuego penetra
sin descanso
en tus oscuros sueños.

Un súcubo inmisericorde
clava sus uñas en tus sienes
practicando lascivamente a Kegel
en tu rabioso sexo
repleto de sangre y vida.

Te cabalga infinitas veces,
su cabello ahoga tus oraciones,
muerde tu alma sin descanso.

Aprisiona el falo erecto
en sus húmedos labios.

Astarot gime,
invoca a sus hermanas
con su voz cálida.

La lujuria vence a tus credos,
viertes ríos de espesa vida
en los sonrosados senos.

Una vez despiertes
flagélate de nuevo
sin descanso;
la ardiente reina de la noche
aguardará paciente
en su reino eterno,
tu inevitable morada,
gozoso azote
de almas farisaicas.

Beatrice Borgia (4 de febrero de 2011)